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El Padre Usera pedagogo

 

Uno de los aspectos más sobresalientes de la figura del P. Usera es el de pedagogo. Por su contribución a la educación en Cuba y Puerto Rico, su figura fue presentada en el Congreso Internacional de Pedagogía '2003, en la Habana, Cuba, con una intervención titulada D. Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, precursor de la Pedagogía Social. Como el tema abarca los principales aspectos de su pensamiento y acción pedagógica, publicamos integro este trabajo, esperando con ello abrir camino a nuevos estudios sobre el P. Usera y su pedagogía.

"PEDAGOGÍA 2003". JERÓNIMO USERA, UN PRECURSOR DE LA PEDAGOGÍA SOCIAL

POR TERESA BERNARDETE VAZ-RELIGIOSA DEL AMOR DE DIOS-PORTUGUESA, RESIDENTE EN CUBA (Centro de trabajo: Arzobispado de La Habana).

INTRODUCCIÓN 

En el folleto Pedagogía 2003, se hace constar la necesidad sentida en el Congreso Pedagogía 2001, de la búsqueda de formas de cooperación en la investigación científica y de las raíces de una Pedagogía autóctona, que resuman lo mejor del ideario martiano y de otros pedagogos y pensadores universales, para dotar al maestro de un arsenal pedagógico coherente.

    Jerónimo Usera (1810-1891) pertenece al número de esos pedagogos universales, porque ejerció su acción educativa en tres continentes, porque su sistema pedagógico está siendo practicado hoy en todo el mundo, a través de la principal institución pedagógica que fundó, y porque su legado pedagógico tiene características de universalidad. Pero sus principales instituciones pedagógico-sociales, las realizó en las Antillas, principalmente en Cuba.

    A pesar de estos y otros méritos personales, Usera es poco conocido en los medios académicos cubanos, lo cual es comprensible. En Cuba se resaltaron, después de la independencia, las figuras originarias del país. Él era español y falleció en 1891 cuando la causa independentista estaba a punto de triunfar. Por otra parte, el hecho de haber fallecido en Cuba, donde desarrolló su principal obra pedagógica a lo largo de 30 años, hizo que su figura, durante mucho tiempo, no haya trascendido tampoco a otros lugares. Sin embargo, una amplia investigación histórica realizada en España, Italia, Puerto Rico y Cuba, me permitió presentar y leer en la Universidad Complutense de Madrid una tesis doctoral que dejó patentes los méritos de Usera para ser incluido entre los iniciadores de la Pedagogía Social.

    Teniendo, pues, en cuenta la universalidad de Usera como pedagogo, su contribución al desarrollo de la Pedagogía Social en las Antillas, en el siglo XIX, y la vigencia actual de su sistema educativo, me pareció que la figura de Usera debe ser presentada en el evento "Pedagogía 2003".

I. PERFIL BIOGRÁFICO DE JERÓNIMO USERA

    Hay figuras históricas que se agigantan con el paso de los años, a medida que la crítica histórica va demostrando sus méritos. Es el caso de Usera. Hombre habituado a obrar, más que a hablar -son sus palabras [1] -, escribió poco y se ocultó mucho. No buscaba el protagonismo. Llegó a darse el caso de que alguna de sus fundaciones pedagógicas haya sido atribuida a un distinguido hombre público, D. Julio Vizcarrondo, hasta el momento en que la investigación trajo a la luz el acta fundacional en la que el deán Usera consta como director espiritual y fundador.

    Se le podría aplicar lo que Martí dijo de Luz y Caballero. Lo describe como "hombre santo que domando dolores profundos del alma y del cuerpo, domando la palabra, que pedía por su excelsitud aplausos y auditorio, domando con la fruición del sacrificio todo amor a sí y a las pompas vanas de la vida, nada quiso para serlo todo[...]. Pudo escribir en obras –para su patria al menos inmortales- lo que, ayudando la soberanía de su entendimiento con la piedad de su corazón, aprendió en los libros y en la naturaleza, sobre la música de lo creado y el sentido del mundo, y no escribió en los libros, que recompensan, sino en las almas, que suelen olvidar" [2].

    Jerónimo Usera, poseedor de un talento no común que le mereció ser seleccionado por sus superiores monásticos para profesor y predicador, podía haber compartido con sus hermanos una vida holgada al servicio de la Corte madrileña o haberse quedado como catedrático de la Universidad Central, continuadora de la célebre Complutense, donde enseñó Griego. Pero él renunció a todo: honor, fama y fortuna, para dedicarse enteramente a los demás, preferentemente a los pobres y marginados en el ultramar español, como sacerdote y pedagogo.

    Dotado de una personalidad vigorosa y unificada, de una tenacidad firme y constante en la realización de sus propósitos y de una coherencia que lo colocaba por encima de las contingencias cambiantes de su tiempo, se distinguió como profesor sabio, sacerdote celoso y santo, amigo del progreso y de las ciencias, protector del pueblo, defensor de los esclavos y oprimidos, benefactor del pobre, del enfermo y del abandonado.

    Nació en Madrid en 1810, durante la dominación napoleónica, en el seno de una familia aristocrática y compartió con 11 hermanos, el hogar paterno. Éste fue su primera escuela. Su padre, profesor y director de la Real Academia Greco Latina, transmitió a sus hijos las virtudes características de la familia, como la honradez natural y el amor a la ciencia y al trabajo. De él heredó también Jerónimo Usera la vocación pedagógica. Varios de sus hermanos han desempeñado su profesión en la Corte [3] sin que se hayan enredado en las contiendas políticas de turno. También él obtuvo el título de Predicador Supernumerario de la Reina Isabel II, pero su lugar no era en la Corte.

    A la temprana edad de catorce años optó por una existencia totalmente entregada al bien de los demás desde la vida sacerdotal y religiosa. El Cister fue la fragua donde su personalidad se moldeó a imagen de Cristo. En el silencio del claustro recibió amplia formación humana, espiritual y cultural. Destinado por su Orden a la docencia, se especializó en humanidades clásicas, pero el golpe de muerte del gobierno español a las órdenes religiosas, por el decreto de exclaustración de 1835, le obligó a dejar el claustro y a cambiar el rumbo de su vida, aunque no la meta de su existencia. Su fe purificada en el crisol de las contrariedades y contratiempos que tuvo que suportar, fue la estrella que orientó la singladura de su vida en el mar revuelto de una sociedad en cambio.

    Desde el momento en que se vio forzado a reintegrarse en la sociedad civil, su ideal se irá desplegando de forma diversa en función de los acontecimientos: párroco rural (1835-1840) y profesor universitario (1841-1844) en España, misionero en África (1845), apóstol y pedagogo en las Antillas (1848-1891). Frente a la inestabilidad político-social del siglo XIX supo descubrir, en cada circunstancia, nuevos caminos de fidelidad a su vocación de "hacer el bien". Uno de esos caminos, que vamos a recorrer con él, fue la Pedagogía Social.

Usera en el horizonte de la naciente pedagogía social

    Este término acuñado por Mager en 1840, y retomado por Diesterweg en 1850, es empleado por ambos para significar idéntica praxis pedagógica que envuelve problemas derivados de condiciones sociales anómalas, como el pauperismo producto del cambio social y económico provocado por la revolución industrial [4] .

    La Pedagogía Social "nace para dar respuesta a condiciones alarmantes de necesidades sociales y educativas [5] " no cubiertas por las instancias primarias, la familia y el estado. Entre sus representantes destacan Kolping (1813-1865), en Alemania, fundador de la Asociación Católica de los ayudantes artesanos y Juan Bosco (1815-1888), en Italia, fundador de la Sociedad Salesiana, pedagogo de los jóvenes marginados o en peligro, ambos sacerdotes; y laicos bien conocidos en el mundo pedagógico, como Pestalozzi, inspirador de la práctica y teoría pedagógico-social (1746-1827), Fröbel, iniciador de los jardines de infancia y propulsor de la educación pre-escolar (1782-1852) y Wichern (1808-1881), iniciador de la acción educativo-social con jóvenes abandonados o en riesgo.

    En España la revolución industrial llegó con retraso, debido a la inestabilidad política de la primera mitad del siglo XIX, pero la situación de la enseñanza era alarmante. El país, desangrado en luchas partidarias internas que provocaban frecuentes cambios ministeriales con los correspondientes cambios de planes de estudios, y depauperado con la pérdida de sus dominios ultramarinos, llegó a una situación económica que apenas le permitía invertir en educación, por lo que era elevado el índice de analfabetismo y muy precaria la situación de las escuelas. Pero si esto sucedía en España, se agravaba en las Antillas, último reducto del imperio español en América. Además, el Gobierno temía la promoción cultural del pueblo y los Gobernadores o Capitanes Generales, con raras excepciones, descuidaban el cumplimiento de las leyes sobre enseñanza, tanto en Cuba como en Puerto Rico, porque, como diría Martí, "ser culto es el único modo de ser libre" [6] , y lo que interesaba a España, como a todos los países colonizadores, era la sumisión pasiva.

    La Sociedad Económica Matritense de Amigos del País en España, y sus homólogas en Cuba y Puerto Rico, fueron los principales motores de la promoción cultural y de la revolución tecnológica, sobre todo a raíz de la supresión de las órdenes religiosas, por los decretos de 1835-37. Por ironías de la historia, fue precisamente la situación de necesidad educativa, la que provocó la fundación de nuevas congregaciones religiosas, o el restablecimiento de otras, tanto en España, como en Cuba. Entre las órdenes antiguas que se establecieron en La Habana a mediados del siglo XIX, se cuentan las Hermanas de Caridad (1847) que se hicieron cargo de la Casa de Beneficencia y no tardaron en dedicarse a la educación en otros centros, la Compañía de Jesús (1857) que fundó el Colegio de Belén en el antiguo edificio de los Betlehemitas, los Padres Escolapios (1858) que fundaron una Escuela Normal en Guanabacoa, y las Hermanas del Sagrado Corazón (1858) que fundaron un colegio en la capital . Entre las congregaciones expresamente fundadas en Cuba o para las Antillas, están las Hijas de María Inmaculada fundadas por el arzobispo Claret, las Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, y las Hermanas del Amor de Dios, fundadas por el P. Usera, deán de la catedral de La Habana. Pero éste no se limitó a fundar una Congregación religiosa. Religioso él mismo, y pedagogo nato, desplegó una intensa actividad en el campo pedagógico-social. Acompañémoslo en su recorrido.

Un ensayo programático: educador de africanos

    El hombre y su felicidad, eran los valores por los que luchaba Usera, llegando a comprometer la salud, e incluso la vida, en aras de ese ideal. Sacerdote y humanista, hermanó siempre la evangelización y la promoción humana. En la Memoria de la Isla de Fernando Poo (1848) afirma que "ningún otro fin lo llevó a aquellos remotos países, que el de contribuir con sus escasos conocimientos y buen celo al bienestar de sus sencillos habitantes, dándoles a conocer las ventajas de la civilización cuando va acompañada de los consuelos, de la gracia y luminosos conocimientos, que trae en pos de sí la religión del Crucificado" [7].

    En África hizo su primer ensayo de pedagogía social [8]. Antes, había dejado la cátedra de Griego en la Universidad Central para dedicarse a la educación de dos guineanos, Quir y Yegüe, llevados a Madrid por el comisario real D. Juan José de Lerena, después de tomar posesión de las islas españolas del Golfo de Guinea. Usera puso en práctica el método de la enseñanza individualizada y, además, se hizo alumno de sus propios discípulos, para aprender de ellos el idioma crumán a la vez que les enseñaba el castellano.

    Dispuesto a identificar su suerte con la de los habitantes de Guinea, el 25 de julio de 1845, se embarcó, rumbo a Fernando Poo, acompañado de sus dos discípulos Felipe Quir y Santiago Yegüe, promovidos a sargentos, en la expedición de Manterola. En el bolsillo llevaba el producto de su contacto con los isleños, el primer ensayo gramatical que se conoce del idioma de la raza africana de Ñano, o crumán, uno de los dos idiomas más hablados en Fernando Poo, libro de consulta obligada para los misioneros y colonizadores que le siguieron en la arriesgada aventura de adentrarse en el corazón de la selva negra.

    Por motivos de salud tuvo que regresar a España, pero en el corto espacio de tiempo que permaneció en la Isla realizó una intensa labor intercultural y humanitaria, abrió una escuela, esbozó un pequeño diccionario del idioma bubi, y recogió abundantes datos para futuros trabajos.

    Durante su convalecencia, al regresar de Guinea, escribió la Memoria de la Isla de Fernando Poo, orientó la confección de un mapa de la misma isla y fundó la Sociedad de Misiones Católicas Españolas al (sic) Golfo de Guinea para preparar y enviar a esas tierras "misioneros celosos e instruidos", "maestros hábiles y honrados artistas" [9].

Metodología y principios pedagógico-sociales

    En su estreno como pedagogo social, podemos destacar algunos rasgos y principios que van perfilando su pensamiento y su metodología, consolidados luego en su amplia acción educativa [10]:

Considera la educación un factor de desarrollo integral humano con especial incidencia en las vertientes ético-religiosa, socio-cultural, y económica.
 Ofrece soluciones pedagógico-sociales para el despegue de la promoción humana y el desarrollo económico, presentando planes sostenibles de acuerdo con las características propias del país y de sus habitantes

Fomenta la educación y el progreso dentro del respeto a la persona humana y a su integridad e implica a las autoridades y personas acomodadas en la realización y sostenimiento de su proyecto misionero y de promoción humana [11].

Propone la enseñanza profesional y el aprovechamiento de los recursos naturales del país para que los indígenas puedan vivir y trabajar con dignidad, participar plenamente en su desarrollo social y económico, y evitar dependencias humillantes [12].
 Fomenta el deseo de aprender, el ansia de conocer, el sentido ético y la misericordia con el prójimo.
 Se da sin reservas a sus alumnos y establece un elevado grado de empatía con ellos, poniendo el amor, como base de su pedagogía.
 Demuestra, con su ejemplo, que se puede ser simultánea o alternadamente, maestro y discípulo, educador y educando.
 Le preocupan más los excluidos y las situaciones de necesidad que su posición social. Profesor de griego en la Universidad Central de Madrid (1841-1844), no dudó en dejar la cátedra para enseñar el "a", "b", "c" a los africanos.

    El joven misionero, conocía los principios de la ilustración y los integró en la pedagogía cristiana. Su contacto en la Sociedad Económica Matritense con D. José Mariano Vallejo que había sido formado en el Instituto Pestalozziano y había compuesto una cartilla para enseñar a leer, con D. Manuel Quintana, presidente de la Dirección General de Estudios y con otros ilustres socios empeñados "en socorrer enseñando", según el lema de la Sociedad, le abrió horizontes que quizás no hubiese podido vislumbrar desde la tranquilidad de la vida conventual. Y el contacto con la realidad africana le preparó para la comprensión de la problemática social de los esclavos y campesinos en las Antillas.

LAS ANTILLAS, CAMPO ABIERTO PARA UN ESPÍRITU EMPRENDEDOR

    Al regresar de Guinea, preparó y aprobó los exámenes para regente de las cátedras de griego y hebreo. Pero, una vez repuesto, no retomó las clases en la Universidad. Pasó a ejercer el magisterio y su acción sacerdotal en Santiago de Cuba, en 1848. Al parecer, su fama lo había precedido. Uno tras otro, en sólo tres años, se le fueron asignando distintos cargos, desde el de Vocal de la Comisión de Instrucción Primaria, hasta el de Gobernador Eclesiástico, pasando por el de profesor y rector del Colegio-Seminario.

    El Seminario de San Basilio Magno era, en Oriente, el único centro de enseñanza superior, pero se encontraba en estado decadente. Usera, por encargo del Gobernador General, hizo un nuevo plan de estudios que respondía a las "necesidades de la época y los adelantos del siglo". Como novedad, reveladora de su interés por el desarrollo social y económico del pueblo, introdujo las ciencias positivas e instaló en el Centro un laboratorio de Física. Su fin era "habilitar a la juventud cubana para la agricultura, la industria, la mecánica y el comercio, fuentes de inagotable riqueza para el país". Introdujo también el griego y el hebreo que consideraba indispensables para el conocimiento de la Sagrada Escritura [13]. Estas dos asignaturas las desempeñó él gratuitamente para no recargar el erario del Estado. Enseñó también Oratoria Sagrada y Teología Pastoral, dejando muy grato recuerdo en sus alumnos. Decían éstos que se distinguía "sobre todo por su saber y virtud", que era "muy recto" y se "hacía querer" [14].

    En su recorrido por los campos de la diócesis, para predicar "misiones populares", tuvo sus primeros contactos con los esclavos esparcidos por las haciendas, experiencia que, junto a la de Guinea, le confería autoridad cuando abordaba el problema de la esclavitud.

UN PROYECTO EDUCATIVO LIBERADOR

    El problema de la esclavitud, muy candente en los tiempos de la Ilustración, era particularmente agudo en las Antillas, principalmente en Cuba donde los grandes hacendados consideraban imprescindible la mano de obra esclava. Ante las voces emancipatorias de algunos, alegaban otros el peligro social que representaba la liberación de una masa ingente de esclavos no preparados para el uso de la libertad. No obstante, el problema de fondo era el temor de perder la capacidad productiva del azúcar si faltara la mano de obra esclava.

    Las leyes en torno a la esclavitud no se cumplían y el tráfico negrero, a pesar de las convenios internacionales, y de su penalización, se mantuvo a lo largo de casi todo el siglo XIX [15].

    El P. Usera había definido su posición cuando dijo: "Hace tiempo me he consagrado a defender los derechos de la raza negra a la que amo en Jesucristo, que es el mejor y más desinteresado amor" [16]. La sinceridad de estos sentimientos la demostró sobre todo en Puerto Rico cuando, en 1859, se estableció entre novecientos esclavos liberados para atenderlos espiritualmente, servirles de intérprete y ayudar a los facultativos a curar sus llagas.

    En su Memoria de la Isla de Fernando Poo, con acierto previsor, propuso un plan que podría conciliar la necesidad de mano de obra en las Antillas, con la supresión de la esclavitud. Bastaría la fundación de grandes establecimientos en Guinea donde los nativos fueran preparados para sustituir, como obreros libres, a los esclavos.

    Pero donde quedó más patente su capacidad organizativa y de respuesta inmediata a planteamientos aparentemente insolubles, fue en la Junta de Información sobre Reformas en Cuba y Puerto Rico, convocada por el Ministro de Ultramar, Cánovas del Castillo, en 1866. Usera, que llevaba 16 años en las Antillas, participó en la Junta por nombramiento real del 17 de agosto de 1866.

    La "cuestión social" fue el problema más polémico de la Junta. Mientras los delegados portorriqueños abogaban por la liberación inmediata de los esclavos, la mayor parte de los representantes cubanos ofreció tenaz resistencia. En medio del debate, surgió una moción que mereció la aprobación de todos los comisionados, sin distinción de ideologías. La presentó J. Usera y aparece en las actas con el título: Moción para el establecimiento de un sistema de educación religiosa y social para los pobres de las Antillas [17].

    Como justificación del proyecto dice Usera que la eminencia de la emancipación hacía que el problema de la educación, que siempre fue un deber, se convirtiera ahora en "necesidad". Pero el tránsito de la esclavitud a la vida libre "morigerada, dócil, laboriosa", ¿cómo puede producirse? Usera da la respuesta: "Este prodigio sólo puede producirlo la religión" porque es la única que penetra "en el santuario de la conciencia". Las leyes y la coacción no pueden realizar una transformación humanizadora de la persona porque la ley no convence ni mueve el corazón. Frente al obrar por "motivos de temor y respetos humanos" Usera, propone obrar "por motivos de religión y de conciencia" [18].

    De ahí que propusiera una asociación piadosa de sacerdotes y legos. Estos serían los más numerosos, habría algunos formados en las ciencias relacionadas con la agricultura y se dedicarían a la promoción humana, social y espiritual de los campesinos. Los sacerdotes se ocuparían de la parte ministerial.

    Usera pidió al Gobierno que le permitiera permanecer en España el tiempo necesario para realizar la fundación, insistiendo en la trascendencia del Proyecto, pero a la consulta del Ministerio de Ultramar a las autoridades locales antillanas, sólo respondió el Gobernador Eclesiástico de Puerto Rico, D. Jaime Agustí y Milá, declarándolo laudable, pero inviable por la "volubilidad" de los destinatarios. Agustí se doblegaba servilmente al inmovilismo querido por la Capitanía General, quien, en 4 de febrero del mismo año sesenta y siete le había ordenado que recogiese todos los ejemplares de la pastoral del obispo de Orleáns, Mons. Dupanloup contra la esclavitud [19].

    En vista del informe de Agustí y del silencio del Obispo de La Habana, se ordena el regreso de Usera a Cuba y se archiva el proyecto [20]. No obstante, éste no perdió su vigencia. A mediados del siglo XX los sociólogos católicos cubanos sugerían que se acometiera la fundación de la Congregación proyectada por Usera, bajo el nombre del "insigne Deán" de la Catedral de La Habana [21]. Pero tampoco las voces de estos sociólogos fueron entonces escuchadas. La actual extensión de la educación al campesinado cubano confirma el acierto de la proyecto de Usera y su previsión innovadora.

EL MENOR Y LA MUJER EN LA OBRA USERIANA

Por qué una atención preferente

    El niño de hoy es el hombre de mañana; lleva dentro de sí mismo un proyecto de futuro y unas potencialidades que necesitan el ambiente propicio para su desarrollo armónico y progresivo. Cabe a los padres, en primera instancia, la responsabilidad de proveer a esta exigencia ofreciendo a sus hijos, en el propio hogar, el ambiente adecuado. Pero éstos, no siempre están capacitados para ejercer esta misión y, en tiempos de Usera, eran frecuentes los casos de niños abandonados, huérfanos o maltratados. El Estado, al que corresponde velar por el bien común, debe suplir, pero tampoco llenaba esta misión. En tales circunstancias, Usera creyó necesario el concurso de entidades privadas y creó en los ciudadanos la conciencia de esa necesidad.

    En cuanto a la mujer, considera fundamental su papel en el hogar y en la construcción de una pueblo: "La mujer es la base de la sociedad –dice-: porque cuales fueren los sentimientos de la madre, esos serán siempre los sentimientos de la familia y, por consiguiente, los del pueblo" [22]. Sin embargo, no se le reconocía el derecho a la cultura ni a la profesionalización. Refiriéndose a Cuba y Puerto Rico, dice Usera que "tras diecinueve años en las Antillas ha tenido ocasión de observar la necesidad que existe allí de buenas maestras para la educación de la mujer" [23].

    La promoción cultural del "bello sexo", para otros del "sexo débil", puede considerarse una conquista, aunque lenta, de la ilustración. Entre los ilustrados que han defendido el derecho de la mujer a la educación, se cuentan Usera y Luz y Caballero, insigne pedagogo cubano. Los dos eran miembros de la Sociedad Económica de Amigos del País y a ambos se ha llamado "padre de los pobres". Muere Luz y Caballero (1862) cuando Usera se encuentra en España entregado a la fundación de una congregación destinada, en primer término, a la educación de la mujer en las Antillas. Mucho antes, en 1848, ya había tomado posición al afirmar que, a la presencia del misionero, "la mujer vindica para sí el rango que le es debido en sociedad" [24]. Pero a Caballero le cabe el mérito de haber sido el primero que en la Sociedad Económica, en La Habana, planteó a sus miembros la educación de la mujer del futuro. Los dos hacían coro unísono con la impertérrita jurista Concepción Arenal que, casi simultáneamente, escribía en España su obra La mujer del Porvenir.

    A pesar de que el acceso a los centros culturales les estaba vedado –recordemos que Concepción Arenal tuvo que vestirse de varón para pasar desapercibida en la Universidad-, no todas las mujeres tenían bajo nivel cultural, las había muy cultas tanto en Cuba como en Puerto Rico. Eso era debido a su posición social y al contacto con maridos ilustrados, a su autodidactismo, o a sus viajes a Europa. Pero el grado de cultura e ilustración de las clases ricas e, incluso, de las medianamente acomodadas contrastaba clamorosamente con el estado de ignorancia de los pobres, ya fueran libres o esclavos, blancos o de color, como observó Usera [25].

Soluciones emergentes

    Usera adopta posiciones vanguardistas para superar las injustas desigualdades sociales que observa, mediante la creación de varias instituciones educativas en las que involucra a varios sectores sociales: Para el niño, funda la Casa de Caridad y Oficios de San Ildefonso, en Puerto Rico, y la Sociedad Protectora de los Niños de la isla de Cuba, en la Habana; para la promoción cultural y profesional de la mujer, funda la Congregación de Hermanas del Amor de Dios, en España, pero con destino a las Antillas, y la Academia de Tipógrafas y Encuadernadoras, en La Habana.

Casa de Caridad y Oficios de San Ildefonso (1858)

    La Casa de San Ildefonso, como vulgarmente le llamaban, fue una institución que rompía los moldes tradicionales. Precursora de la enseñanza profesional, se destinaba, a niños pobres, sin exclusiones de sexo ni raza, proporcionaba a los alumnos los conocimientos básicos de instrucción primaria: rudimentos de religión, leer, escribir y contar y las primeras reglas de Aritmética, y se enseñaba un oficio a todos los niños. Para que nadie dejara de frecuentar la escuela por falta de recursos, se proporcionaban vestuario y alimentos a los niños que lo necesitaran.

    La Casa era regida por la asociación que llevó el nombre de Damas de San Ildefonso, creada al efecto. Las señoras residentes en la capital respondían de la orientación y administración. Para auxiliarlas, instituyó Usera un sistema de voluntariado constituido por personas que quisieran prestar servicios personales o pecuniarios. La asociación de Damas se extendía a las provincias, llegando a ser una obra comunitaria en la que participó toda la sociedad portorriqueña. En 1867, a ruego de la Junta Directiva de las Damas, se hicieron cargo de la orientación pedagógica las Hijas de la Caridad, permaneciendo la Asociación al frente de la Institución hasta 1922, fecha en la que pasó a depender de las Hijas de la Caridad.

    El valor y nivel educativo de esta obra fue ponderado por Coll y Cost en su obra Historia de la Instrucción Pública en Puerto Rico hasta el año 1878, y por otros notables historiadores como Cuesta Mendoza y Adolfo Hostos, pasando a la histórica como un "plantel no casero ni hogareño, sino público y montado según los tiempos" por lo que "siempre tuvo "brillantes resultados en pro de la educación femenina" [26].

Congregación de Hermanas del Amor de Dios (1864)

    En la génesis de la principal obra pedagógica de Usera está la Casa de San Ildefonso porque esta clase de obras, decía Usera, sólo pueden ser llevadas "con perfección por personas cuya profesión no sea otra que ejercer la caridad" [27], o sea por religiosas totalmente consagradas a esa misión. Esta idea lo llevó a fundar la Congregación de Hermanas del Amor de Dios, a la que quiso transmitir determinadas características: Sus religiosas debían distinguirse por su "saber y virtud", por la entrega abnegada a la educación sin aspirar al reconocimiento de sus méritos, por el sentido de universalidad sin exclusiones y por una práctica pedagógica al nivel de los adelantos de su tiempo.

    Para lograr este propósito, pasó a la Península y recorrió gran parte de Europa con el fin de ver, estudiar y comparar los mejores métodos de enseñanza que se conocían [28], y puso a estudiar a algunas jóvenes en Madrid para que obtuvieran el título de maestras. Precisamente el año 1858, en que había abierto la "Casa de Caridad y Oficios de San Ildefonso", se había inaugurado en la capital de España la primera Escuela Normal para maestras. Y en 1864 inauguraba Usera, en Toro, provincia de Zamora – España, el primer colegio de la nueva congregación, con varias maestras tituladas.

    A pesar de sus esfuerzos y buenos deseos, no era posible que todas las candidatas sacaran el diploma. Acogiéndose a la ley vigente, logró que la institución fuera aprobada por el real decreto de 25 de junio de 1868, lo cual eximía a las congregadas de título profesional. Pero la exigencia en la formación era grande. Dos años de noviciado en el que corrían paralelamente la formación para la vida religiosa y para la enseñanza, la preparación diaria de la clase, la constante puesta al día de las materias y métodos pedagógicos y, quizás lo más significativo en los orígenes, la transmisión verbal y por ósmosis, por parte del Fundador, de su propia metodología educativa, totalmente basada en el amor y avalada por su larga experiencia personal.

    A Cuba llegaron las Hermanas del Amor de Dios en 1871 y se hicieron cargo del Colegio de Santa Isabel, en Habana. En 1874 se establecieron en Guanabacoa donde abrieron el primer "Colegio Amor de Dios" de la Isla, una escuela de enseñanza primaria superior, donde impartía algunas clases D. Jerónimo Usera. En 1884, a ruego de Marta Abreu, pasaron a Santa Clara para hacerse cargo de la Escuela de Santa Rosalía, destinada a niñas pobres. Durante 76 años, con una dedicación y competencia nunca desmentidas, las Hermanas del Amor de Dios se dedicaron a formar niñas pobres y a algunas ricas que acudían atraídas por la fama pedagógica de la escuela. Éstas eran externas y contribuían con su aportación al sostenimiento de la Obra.

    Cuando llegaron a Cuba eran las únicas religiosas con títulos públicos de instrucción primaria en la Isla [29]. La calidad de enseñanza en el Colegio de Santa Isabel, mereció de la Comisión Inspectora de La Habana, en 1871, los mejores encomios. Pedía la Comisión a las autoridades que el colegio dirigido por las Hermanas del Amor de Dios fuera elevado al rango de escuela normal para formación de maestras. Así, las jóvenes que se sintieran con vocación para el magisterio, "beberían en las fuentes puras de la enseñanza una instrucción altamente moral y religiosa, y se empaparían de los más superiores conocimientos de pedagogía, haciendo desaparecer esa vulgaridad de maestras que hoy existen" [30]. Circunstancias diversas, como la reducción de número de hermanas, víctimas algunas de la fiebre amarilla, no permitió que el proyecto fuera adelante, pero queda como testigo de la capacidad previsora de Usera. Antes de que el Gobierno creara una escuela normal en Cuba, fundó él una congregación que prepara a las jóvenes para "ejercer el magisterio en todas partes pero especialmente en las Antillas cuyo país está verdaderamente necesitado de maestras" [31].

    La fundación de un noviciado en Guanabacoa y, posteriormente en Santa Clara, y el envío de nuevas religiosas desde España, disipó las dudas sobre la perdurabilidad de la Obra. En 1960 la Congregación contaba 13 centros educativos en Cuba, preferentemente en zonas rurales, siempre fieles al legado useriano. Ante la aplicación del principio de no discriminación algunas familias retiraron a sus hijas de los colegios "Amor de Dios". Pero, ¿cómo podían las hermanas negar la admisión a una niña negra que llamara a su puerta, si el Fundador había sido el primero en admitir en la Congregación a una aspirante de color, Micaela Calzada, hecho sin precedentes en Cuba?

    El carácter de universalidad que el Fundador trasmitió a la Congregación se fue aplicando a medida que el número de miembros lo permitía. La Congregación, se encuentra hoy extendida por todo el mundo, siendo notable su acción en lugares de frontera, como Angola, Mozambique, y Filipinas .

    Su consigna "el amor de Dios hace sabios y santos" [32] sigue atrayendo a los que quieren, como pedía Usera, ocuparse "día y noche" en la educación [33], haciendo de la escuela un "plantel de saber y virtud: garantía de paz, de prosperidad y de dicha para los tiempos venideros" [34], y en el que "las educandas no podrán menos de progresar según sus años, en el desarrollo de todas sus facultades, al paso que, libres de toda presión contraria a la dignidad humana, seguirán con gusto el curso de sus trabajos, y vivirán contentas y holgadas" [35].

    Junto a la preocupación por la formación de la mujer, vivió Usera la preocupación por la infancia. Considerando que la niñez es el período más permeable a la educación, instauró en sus colegios la "sección de párvulos", enseñanza que estaba empezando a dar en Europa los primeros pasos. Conocía, ciertamente, el Manual para las maestras de párvulos, de Montesinos y la pedagogía fröbeliana, pues preconizaba una educación activa y quería que los conocimientos se transmitieran sin fatigar a los niños, valiéndose, para ello, de material didáctico apropiado para que la enseñanza, lejos de fatigarlos, "les proporcione solaz, entretenimiento y recreo" [36]. En los colegios se admitían niños de cualquier clase social, pero como no existía subvención del Gobierno, predominaban los de las clases acomodadas, aunque siempre se admitió un elevado porcentaje de niñas pobres, en fidelidad a la tradición iniciada por Usera en el colegio fundacional.

Sociedad Protectora de los Niños de la Isla de Cuba (1883)

    Fue ésta la penúltima fundación del P. Usera, en la Habana, siendo ya septuagenario. Los Estatutos son un modelo de organización y previsión. En ellos se fijaba el fin de la Sociedad, que era: "acoger, alimentar, vestir, educar, instruir, defender y facilitar asistencia médica y medicamentosa a los niños que queden en completa orfandad y abandono, teniendo en cuenta sus respecti­vas aptitudes y los medios que la Sociedad pueda disponer, manteniéndo­los bajo su amparo y protección hasta que terminada la obra de su educación, puedan por sí mismos ganarse su subsisten­cia o cuando, por otro cualquier motivo, haya cesado el estado de desamparo en que se hallaban" (Reglamento Reformado, Art. 2.º -2).

    Esta institución fue algo más que una obra benéfica. Establecía un sistema integrador de personas e instituciones que convergían en los cuidados asistenciales y educativos de los niños y de atención específica a las necesidades sanitarias y jurídicas no sólo de ellos, sino también de sus madres. Usera consiguió aglutinar a personas de todas las clases sociales en la Sociedad como asociados, como miembros del Consejo de Señoras o como bienhechores, así como a instituciones que ofrecían sus servicios específicos a los niños. La educación era personalizada. Los niños mejor dotados podían seguir estudios en colegios que se brindasen a acogerlos y proseguir, incluso, carreras superiores; se daba, igualmente, a cada niño la posibilidad de aprender un oficio, según su inclinación y capacidad, y todos recibían la enseñanza básica.

    El Reglamento establecía que la Sociedad tomara bajo su protección a los niños hasta que estuvieran colocados en arte, oficio o profesión, y a las niñas hasta el matrimo­nio o que estuvieran en condiciones de atender honrada y cumplidamente a sus necesidades. Pero en las Bases, se expresaban más detalladamente los destinatarios:

Niños desamparados: sin padres, sin tutores, sin custodios o personas que les dieran abrigo (Base 2.ª).
 

Niños en peligro físico o moral: La Sociedad promove­ría lo conveniente para evitar el peligro físico o moral y ofrecer cuidados al niño en conformidad con las leyes. Recurriría, incluso a la autoridad, si el niño fuera víctima o corriera el riesgo de serlo de algún delito o falta, de abandono, extravío, miseria, inmoralidad o de cualquier otro abuso o daño.
 

Niños abandonados: Los que se encontraran perdidos o entrega­dos a cualquier tarea o pasatiempo vicioso, peligroso o perjudicial, la Sociedad los entregaría a sus padres, tutores o custodios si fueran conocidos. De lo contrario los ampararía hasta que los reclamaran y, si no los reclamaran, continuaría amparándolos de modo definitivo (Base 4.ª).
 

Recién-nacidos: En los refugios se establecerían también tornos para recoger a los recién-nacidos abandonados y se les prodigarían los cuidados necesa­rios. La Sociedad se haría cargo de ellos o los entregaría a la Real Casa de la Maternidad, si no pudiera atender por completo a su lactancia y cuidado (Base 6.ª).
 

Hijos de mujeres presas: Se recogerían gratuitamente en cualquier punto de la Isla y se suplicaba a los jueces que dieran noticia de los autos de prisión para que la Sociedad pudiera ofrecer estos auxilios (Base 12ª).
 

Niños trabajadores: La Sociedad establecería una o más hospedarías en las que se daría almuerzo, comida, cama y asistencia en caso de enfermedad, a los niños huérfanos o hijos de padres pobres que, ejerciendo alguna industria u oficio, quisieran espontáneamente acogerse al abrigo de la Sociedad (Base 14.ª).
 

Niños detenidos o penados: Se procuraría influir en su enmienda y moraliza­ción mediante visitas asiduas por grupos de señoras y caballeros, estimulán­dolos con modestas recompensas. La Sociedad se interesaría para que se introdujeran en los respectivos estable­cimien­tos reformas que pudieran contribuir a los indicados fines (Base 20.ª).
 

Niños en gestación y lactantes: La preocupación por estos niños, antes del nacimiento, y en los primeros tiempos de su crecimiento se refleja en los cuidados que la Sociedad ofrecía a las madres embarazadas y lactantes. Para atenderlas habría un Cuerpo de Médicos que les dispensa­rían asistencia gratuita sin exigir documen­to alguno que justificara su pobreza (Base 25.ª). Las medicinas que recetaran los médicos de la Sociedad, se facilitarían gratuitamente en las farmacias adscritas a ella (Base 27.ª).
 

Niños enfermos: Para atenderlos se preveía la asistencia de un hospital anexo al Asilo Central. La atención se extendería a los niños recogidos en éste y a cualesquiera otros enfermos que lo necesita­ran (Base 19.ª). También se dispensaría asistencia domiciliaria a los niños que la necesitaran en los barrios (Base 16.ª).

    La Sociedad Protectora de los Niños de la Isla de Cuba, abrió una "Casa-Refugio" para acoger, proteger y orientar a los niños trabajadores, tan explotados por sus amos. El consejo y la persuasión, sin violentar la voluntad del niño, era el método preconizado por Usera para formar al educando en el recto uso de su libertad. Y, para que a esos niños no les faltaran los cuidados maternales de que carecían, las Hermanas de la Caridad les prestarían asistencia.

    Otra innovación que no puede pasar desapercibida es la creación de la primera "Casa-cuna" de La Habana para hijos de madres trabajadoras. Una vez más, se ofrece atención simultánea al niño y a la madre. Había un programa de puericultura para la formación de las madres, con certámenes públicos para estimularlas.

    La organización se regía por el criterios de la educación preventiva y realizaba un papel complementario, a veces supletorio del Gobierno, en la defensa del niño, erradicando, o previniendo los males sociales de la época. Esas son, entre otras, las acciones que emprendió, siendo Usera su presidente:

Denuncia a las autoridades de cualquier delito o falta perpetrado contra los niños, como la existencia de espectáculos desmoralizantes, y la gestión de lo que fuera necesario para el restablecimiento del derecho que hubiese sido quebrantado.
 

Solicitud de permiso a las autoridades para inspeccionar todos los centros educativos de los niños, así como la cárcel.
 Presentación de una moción al Gobernador para que se aplicara la ley de enseñanza obligatoria, ofreciéndose la Sociedad para vigilar su cumplimiento.
 Adopción de niñas constituidas en peligro físico o moral.
 Acogida de los niños extraviados, pagando el transporte de los mismos a quienes, a cualquier hora del día o de la noche, los recogieran y llevaran a la sede de la Sociedad [37].
 Consultas médicas gratuitas para los niños y sus madres, así como jurídicas para proteger a la infancia, llegando a promover y sostener las reclamaciones administrativas y judiciales necesarias, siempre que fuesen justas y defendibles en derecho.
 Gestiones para que se publicaran leyes tendentes a disminuir la mortalidad infantil.

Promoción, por medio de certámenes públicos y premios el estudio de cuestiones relativas a la infancia.

    No siempre fue fácil conseguir estas pretensiones, pero la tenacidad de la Junta Directiva y el prestigio del Presidente, cargo que Usera ejerció desde la fundación hasta 1890, obtuvo los mejores resultados.

    Las Bases para la prestación de servicios que ofrece la Sociedad Protectora de los Niños de la Isla de Cuba, constituyen el marco pedagógico de la institución. Las líneas que se desprenden de este escrito son, fundamentalmente: la acción preventiva, la educación diferenciada, la dignificación del educando y el respeto a la libertad de los niños y de sus madres.

    La historia de esta benéfica institución entró en la penumbra con el cambio de soberanía. Al perder la protección de la Capitanía General y el apoyo de las damas españolas que constituían la fina flor de la sociedad habanera, difícilmente podría sostenerse, pero carecemos de datos que nos permitan acompañarla en los últimos años de su existencia.

La Academia de Tipógrafas y Encuadernadoras (1891)

    Era urgente la búsqueda de soluciones a la problemática laboral femenina. El desarrollo de la vida social estaba exigiendo la profesionalización de la mujer, no sólo como solución a la economía doméstica, sino también como exigencia fundada en la igualdad de derechos con el varón. El P. Usera responde a este reto social con la fundación de la Academia de Tipógrafas y Encuadernadoras, un proyecto novedoso, "el primero de su índole en América y el primero en los dominios españoles" [38]. La Academia de Tipógrafas y Encuadernadoras es, acaso, el ejemplo más paradigmático de su capacidad innovadora, como diría el profesor Millán Arroyo [39].

    Al lado de Usera, dos grandes mujeres: Domitila Rodríguez de Coronado, escritora y periodista que había aprendido con su padre, Rafael García, el arte tipográfico, directora de la Academia, y Carmen Ribalta, benemérita dama de Sagua la Grande, patrocinadora de la fundación.

    La Academia se inauguró el 10 de mayo de 1891. Una semana después, el día 17, fallecía Usera, en La Habana, con la esperanza de que su última obra iba a contribuir a la dignificación de la mujer y de su condición social.

CONCLUSIÓN

    No es tarea fácil para los historiadores rehacer la trama de una historia tejida entre contradicciones e intereses que muchas veces se excluyen entre sí. Es el caso de Usera. Un español que, por fidelidad a sus orígenes, no se incorporó a la lucha por la independencia cubana, tuvo el mérito de contribuir a la independencia de las personas, liberándolas, por la educación y promoción social, de su condición discriminatoria, aunque eso no favorecía los intereses de la madre patria.

    Su persona emerge en el horizonte de la Pedagogía Social como figura señera y precursora de la misma por las tareas socioeducativas que proyectó y realizó y, sobre todo, por su carácter innovador para su época. En las islas caribeñas de Cuba y Puerto Rico dejó obras duraderas marcadas por la impronta de su personalidad y de su talento pedagógico.

Como defensor del oprimido, se adelantó a Paulo Freire.
Como pensador clarividente y profesor que dejó huella en sus alumnos, podría acercarse a Félix Varela.
Como pedagogo es comparable a Luz y Caballero, pero con la salvedad de que Usera, más que un teórico, fue un práctico de la educación.

    Podemos, pues, concluir, que Usera dio una contribución a la educación en las Antillas que lo acredita como precursor de la Pedagogía Social con sobrados méritos para figurar en la Historia de la Educación.

N O T A S

[1] Cf. DP, p. 89. [Volver]

[2] MARTÍ, J. (1961). Ideario pedagógico. La Habana, p. 31. [Volver]

[3] Gabriel, fue médico cirujano de la familia real; Pedro Pablo, inspector de los Jardines del Palacio Real; Victoriano, Cantor de la Real Capilla; Eugenia, esposa del médico particular de la reina Isabel II. [Volver]

[4] Cf. VAZ, T.: D. Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, un precursor de la Pedagogía Social. Madrid, 2002. Universidad Complutense, Edición en CD-ROM, p. 531. [Volver]

[5] BÖTTCHER, H: Sozialpedagogik im Uberblick. Friburg i. Breisgau, 1975, p. 33. [Volver]

[6] MARTÍ, J. Ideario pedagógico. La Habana, 1961, p. 98. [Volver]

[7] USERA, J.: Memoria de la Isla de Fernando Poo, Madrid,1847. En Escritos, p. 137. [Volver]

[8] España había adquirido las islas Corisco, Fernando Poo y Annobón, situadas en el Golfo de Guinea por el tratado del El Pardo, firmado con Portugal en 1778. Las cuestiones internas de la metrópoli ocuparon la atención del Gobierno y estas posesiones africanas cayeron en el olvido. Se despertó la conciencia nacional en el momento en que Inglaterra que había establecido en Fernando Poo, hoy Bioko, una factoría, solicitó a España su compra. Las Cortes no permitieron la venta. La privilegiada situación geográfica de Fernando Poo en la desembocadura del río Níger, navegable más de quinientas millas al interior de África, ofrecía grandes posibilidades comerciales. La llave del Níger, dice Usera, fue depositada por la naturaleza en la isla de Fernando Poo. Este río podía ser aprovechado como vehículo para llevar "los beneficios de la cultura y de la civilización europea" a los "pueblos más olvidados del mundo" y para establecer con ellos un intercambio comercial (Cf. Ibid., p. 141). En 1843, la Reina Isabel II fue proclamada soberana de las islas de Fernando Poo, Corisco y Annobon, en el Golfo de Guinea, por el comisario español D. Juan José de Lerena. Al regresar a España, llevó a Madrid los dos jóvenes africanos que le habían servido de guía cuando arribó a la bahía de Clarence, hoy Malabo. El Padre Usera, que ocupaba, como profesor sustituto, la cátedra de Griego en la Universidad Central de Madrid, fue nombrado, de real orden, preceptor de estos isleños. [Volver]

[9] Cf. Positio, p. 92. [Volver]

[10] Cf. USERA, J.: Memoria de la Isla de Fernando Poo, Madrid,1847; Observaciones al llamado Opúsculo sobre la colonización de Fernando Poo publicado por d. Adolfo Guillemar de Aragón. Madrid, 1852, y Ensayo gramatical sobre el idioma africano de Ñano, por otro nombre crumano. Madrid, 1845. [Volver]

[11] A este fin fundó la Sociedad de Misiones españolas al (sic) Golfo de Guinea, en 1848. [Volver]

[12] Critica duramente a los misioneros baptistas establecidos en la Isla a su llegada y en Sierra Leona. En esos parajes encontró personas capaces de traducir el latín y el griego, pero faltaban artesanos. Las mujeres habían aprendido a leer la Biblia, pero no las habían enseñado a desempeñar las labores domésticas. Todo cuanto llevaban puesto procedía del país de los colonizadores (Cf. USERA, J.: Escritos, 1992, p. 164). [Volver]

[13] Cf. DP, 51. [Volver]

[14] Cf. Positio, p. 435. [Volver]

[15] Conviene recordar, por lo menos, las etapas de la abolición de la esclavitud en la cultura occidental, teniendo en cuenta, sin embargo, que la práctica no siempre se subordina a la ley. La Revolución Francesa, con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, abrió el camino para la supresión de la esclavitud. En Francia, la Convención dictó la emancipación de los esclavos en las Antillas francesas, y Napoleón dictó nuevas leyes de emancipación en 1808, dando lugar a sangrientas insurrecciones negreras en Haití, pero el movimiento abolicionista sería ya imparable.
    Este movimiento empezó a realizarse efectivamente en la Gran Bretaña (1807) y culminó en las prohibiciones internacionales de la trata en los congresos de Viena (1815), Aquiesgrán (1818), y Verona, (1822).
    A pesar de los esfuerzos internacionales, las potencias dominadoras de los estados latinoamericanos se resistieron a aplicar los acuerdos, lo cual suscitó amargas quejas de los Papas. León XIII llegó a escribir una Epístola a los Obispo de Brasil sobre la esclavitud, el 5 de mayo de 1888.
     En el siglo XIX se dio la progresiva pérdida de las provincias españolas de América Latina, por lo que el problema en América quedó circunscrito, para España, a las islas de Cuba y Puerto Rico. El proceso de abolición fue el siguiente:

· 1817 – Fernando VII prohibió la trata, debido a las presiones británicas pero no adoptó medidas efectivas.

· 1865 – D. Julio Vizcarrondo fundó, en Madrid, la Sociedad Abolicionista.

· 1870 – Abolición de la esclavitud en la Península.

· 1873 – Abolición de la esclavitud en Puerto Rico.

· 1880 – Abolición de la esclavitud en Cuba, aunque no se hizo inmediatamente efectiva. [Volver]

[16] USERA Y ALARCÓN, J. Observaciones al llamado Opúsculo sobre la colonización de Fernando Poo pubicado por d. Adolfo Guillemar de Aragón. Madrid, 1852. En: USERA, J.: Escritos, Madrid, 1992, p. 225 [Volver]

[17] Cf. Información sobre Reformas – Cuba y Puerto Rico. Nueva York, 1867, II, p. 72. [Volver]

[18] DP, p.157. [Volver]

[19] Cf. DÁVILA, A.: El P. Usera su proyecto Educativo, una capítulo de la Ilustración en la Antillas, en Escuela Amor de Dios: Congreso Internacional de Profesores. Madrid, 1993, p. 154. [Volver]

[20] Cf. BARRERA: Nota del Negociado y CARUÑO: Orden de la Sección. Madrid, 10 de mayo de 1871. AHN (Madrid)-Ultramar, Leg. 337, Exp. 77. [Volver]

[21] Cf. SÁNCHEZ GARCÍA, R.: Una Congregación religiosa de hombres para nuestros campos.. En La Anunciata, Año XXIV, n.º 11. La Habana, 1946, p. 8. [Volver]

[22] USERA, J.: Instancia a la Reina. Madrid, 1 de mayo de 1867, en DP, p. 109. [Volver]

[23] Ibid. [Volver]

[24] Escritos, 195. [Volver]

[25] Cf. DP,156. [Volver]

[26] CUESTA MENDOZA, A. (1948). Historia de a educación en Puerto Rico colonial. Vol. II, (1821-1889). República Dominicana, p. 86. [Volver]

[27] Cf. Positio, p. 302. [Volver]

[28] Cf. Ibid., p. 322. [Volver]

[29] Cf. DP, p.134. [Volver]

[30] Ibid., p. 133. [Volver]

[31] USERA, J.: Instancia al Obispo de Zamora. Toro, 18 de septiembre de 1863. En Positio, p. 307. [Volver]

[32] Inscripción del escudo de la Congregación. [Volver]

[33] Cf. DP, p. 113. [Volver]

[34] USERA, J.: Instancia al Capitán General. La Habana, 27 de agosto de 1870. En DP, 125. [Volver]

[35] Cf. Prospecto de presentación del Colegio". [Guanabacoa, 1876]. Museo Municipal de Guanabacoa, Instrucción Pública, Caja 9.1, Expediente n.º 8. [Volver]

[36] DP, p. 118. [Volver]

[37] Cf. El Hogar, órgano oficial de la Sociedad, que da puntualmente noticia de los servicios que ofrece la Sociedad y publica interesantes artículos para sensibilizar a la población sobre la educación y problemática de la infancia. [Volver]

[38] Cf. USERA, J.: Academia de Tipógrafas y Señoritas. Diario de la Marina. Año LII, 30, pp. 5-6, del 5 de abril de 1891. En DP p.213. [Volver]

[39] Cf. ARROYO SIMÓN, M. (1994). Jerónimo M. Usera y Alarcón en los orígenes de la Pedagogía Social. AA. VV., En el I Centenario de la muerte de Jerónimo Mariano Usera y Alarcón, retazos de su vida y obra. Madrid: Hermanas del Amor de Dios, p. 50. [Volver]

B I B I L O G R A F Í A

I – OBRAS Y ESCRITOS DE JERÓNIMO USERA

USERA Y ALARCÓN, Jerónimo M. (1991). Documentos para el estudio de su Pedagogía (Selecc. y Notas T. B. VAZ, R.A.D). Madrid: Hermanas del Amor de Dios (NOTA: Lo citamos en este trabajo con la sigla DP)

USERA Y ALARCÓN, Jerónimo M. (1992). Escritos (Recop. e Introd. T. B. VAZ, R. A. D.). Madrid: Hnas. del Amor de Dios (NOTA: En las citas: Escritos).

II. PRINCIPALES BIOGRAFÍAS

FERRAZ, A. et al. (1995). Beatificación y canonización del Siervo de Dios Jerónimo Mariano Usera y Alarcón (1810-1891). Positio sobre las virtudes y fama de santidad. Roma: Congregación de las Causas de los Santos. (NOTA: En las citas ponemos solamente Positio. Es una biografía Documentada).

GARMENENDIA DE OTAOLA (1970). D. Jerónimo Mariano de Usera y Alarcón, misionero y fundador de las Religiosas del Amor de Dios. Zamora: Relig. Amor de Dios.

GÓMEZ RÍOS, M. (2000). Jerónimo M. Usera. Testigo del amor para el tercer milenio. Madrid: Hermanas del Amor de Dios.

III. TESIS DOCTORAL

VAZ, T. (2001). D. Jerónimo Mariano Usera y Alarcón y su obra. Un precursor de la Pedagogía Social (834 páginas). Tesis leída en la Facultad de Educación, Departamento de Teoría e Historia de la Educación, de la Universidad Complutense de Madrid, publicada por ésta en CD-ROM, con el ISBN 84-669-1125-1 (NOTA: En apéndice se encuentra abundante documentación inédita recogida, en gran parte, en el AN de Cuba).

En la Positio consta todo lo que, hasta 1995, se ha escrito sobre Jerónimo Usera, bajo todos los aspectos de su personalidad. Aquí nos limitamos a indicar las obras que recogen los principales documentos userianos que podrán permitir al lector interesado hacer, por sí mismo, un estudio personal, como lo hizo la pedagoga e historiadora cubana, Lic. Perla Cartaya Cota, cuya obra, El legado del Padre Usera, esperamos sea publicada en breve.